Si el hombre logró escapar del caos de lo salvaje, si pudo conservarse y más aun, dominarse, fue gracias al valor que implantó en las cosas, las acciones, la vida y el mundo. Se inyectó un “sentido de lo humano” en el mundo para huir del peligro, de la violencia espontanea, del libre movimiento, de la libertad. El papel que juegan los valores entonces, bajo esta visión, es el de controladores y represores, el de la dominación ejercida de unos sobre otros. Podemos afirmar, en base a esto, que el hombre en su miedo a la muerte, y al verse afligido por su temor ante la grandeza de la naturaleza animal y humana, hubo de necesitar ciertas estructuras para codificar y limitar la vida misma, y así, asegurarse de tener controladas las naturalezas más poderosas. La verdad y el conocimiento entonces, no serían más que un escape, un arrojar la muerte lejos, un seguro de vida ante el peligro y el temor: no es más que un producto del miedo.
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